Hoy los pájaros han empezado a ladrar. Ladridos voladores
sobre mi cabeza. Ladridos prendiendo el vuelo en un cielo seco de nubes descompuestas.
Pájaros que son peces y ladran y se ahogan en este agosto infernal. Un terrible
ardor que se extiende invisible desde las entrañas de la tierra hasta las
alturas. Pájaros nuevos en una ciudad peligrosamente en calma. Densa. Pegajosa.
En silencio. El ruido de un ventilador en una habitación cerrada. El sol que se
escurre por el filtro de una persiana vieja y la deshace. Cae el sol. Y llueve
en el ecuador del mundo. Ecuador que hoy ha viajado a Londres. Porque el
ecuador viaja a dónde le place, que para eso es el ecuador, y el que marca el
equilibrio de las cosas. Algunos creen que eso significa estar en el centro. Los
ojos puestos en un balcón. Alerta máxima. Ola de calor. El cielo pesa. ¿Y si se
cae?
Assange aparece como un pájaro y ladra desde su balcón-refugio.
Aleteos perros. Presidente negro. Juez español. Clink clank clunk.
Las gotas de agua de la libertad refrescan el aire. Palabras que mojan.
Pensamiento, obra y omisión en el tendedero, aguantado por una pinza.
Dice mi abuela que el otro día vio gaviotas en una plaza
cercana a su casa. Una plaza dónde solo hay palomas. Palomas que vuelan de un
cable a otro a una cornisa de un edificio precario a un trozo de adoquín, y al
mediodía vuelan siempre juntas, como una familia gitana. Dice que allí, en la
plaza, junto a las palomas, vio por primera vez gaviotas. Nunca antes las había
visto. Qué raro. ¿Qué harán tan lejos del mar? Ahora recuerda que sí, que eso
ya lo vio antes. Una vez. Pero no allí, sino en otro lugar alejado del mar. ‘Fue
cuando la guerra, primero ví una corría de estrellas, luego llegaron las
gaviotas, y después la gente empezó a correr'.
‘¿Por qué trabajas tanto?, me dice. 'Diviértete, que la vida es corta’.
Y canta Cristina Rosenvinge: ‘Quien podría imaginar lo que nos iba a deparar un verano fatal… que llega el presidente y dice que nos va a salvar.. Y las gaviotas chillan que ya está cerca el final de un verano fatal’
...Voy a aprender a ladrar.
Y canta Cristina Rosenvinge: ‘Quien podría imaginar lo que nos iba a deparar un verano fatal… que llega el presidente y dice que nos va a salvar.. Y las gaviotas chillan que ya está cerca el final de un verano fatal’
...Voy a aprender a ladrar.
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