martes, 15 de mayo de 2012

Somos hojas al viento


15M. 2012. Carlos Fuentes ha muerto. François Hollande ha sido investido hoy presidente de Francia y casi le parte un rayo cuando alza el vuelo a Berlín (la venganza de Merkozy o lo que pasa cuando te metes en el corazón de la tormenta). Grecia, ingobernable, anuncia elecciones de nuevo. Mas lanza un tercer paquete de recortes. Personas con cartones y cacerolas recuerdan que, tal día como hoy, se despertaron con alas en una plaza llena de palomas. Y un señor sucio con dos carritos, alambre bajo el sobaco y una gorra roja, regalo de alguna entidad bancaria, lee un libro de la basura en el metro, mientras el vagón avanza hacia Hospital de Bellvitge. El libro dice: Del todo a la nada. Gira la página y habla de millones y números, y el señor sucio se deja los ojos en ese libro como si buscara metal. El libro habla de fútbol.

Mercat Nou. Mi parada. Me choco, me rozo con el hombre de los millones y los carritos llenos de basura y consigo salir antes de que cierren las puertas. Me rasco en el brazo y en el pelo. Me pica. Se ha levantado aire y pienso en la frase de hoy: “Somos hojas al viento y nos creemos viento”. Un hallazgo de facebook.

De repente entiendo muchas de las frases que mi abuela me ha dicho a lo largo de mi vida. ‘Yo solo quiero el viento que corra’. La frase tiene marco: la Guerra Civil. La guerra: ese lugar donde las mujeres, en las cunetas, daban a luz hijos al lado de mujeres muertas, y los colchones de lana estaban tendidos sobre cables de la luz. La guerra, según una niña de nueve años. La frase vuelve a mí y de repente entiendo lo que me quiso decir: ‘Yo soy una hoja’.

“Somos hojas al viento”.